Muchos hemos crecido junto a estos simpáticos personajes de plástico cuando éramos niños (un servidor acudió al estreno de la primera película en el año 1995) pero todos crecemos y nos hacemos mayores. Es en ese punto donde arranca Toy Story 3; Andy ha crecido y ahora debe ir a la universidad, lo que conlleva que debe tomar decisiones respecto a algunos de sus objetos de los que debe prescindir, sus juguetes por ejemplo.
A los estudios de Pixar no se le agotan las ideas, es más, logran reinventarse. Nuevos personajes sin desperdicio - ojo a Barbie y Ken -, gags divertidísimos, escenas plagadas de homenajes a grandes clásicos del cine ( La gran evasión una de las más notables) y nuevas aventuras desenfrenadas para nuestros queridos juguetes.
Todo ello respaldado por un guión impecable (que más quisieran para ellos el 99.99 % de los estrenos de este año) en el que nos hacen pasar de la situación más disparatada a la historia más dura en cuestión de segundos. Y conseguir eso es arte.
Una película de doble lectura (como suele acostumbrar Pixar en todos sus últimos estrenos) en la que disfrutarán niños y adultos. Unos riendo con los geniales guiños de Buzz, otros valorando la fuerte moraleja que se graba a fuego.
Sin duda, el broche final para una saga antológica.
Si tenéis sangre en las venas, os hará llorar de la risa y de la emoción, pues desprende una nostalgia y un encanto difícilmente identificable en otras obras.
Algunos ya la etiquetan como la película del año. A ver si sirve de lección para que el cine de animación juegue en la misma liga que el resto de las superproducciones y por fin reciban un merecido reconocimiento joyas como esta.
Toy Story 3 es una oportunidad para volver a convertirte en niño y recordar que, aunque todos crecemos no debemos olvidar que hace algunos años, muchos de nuestros mejores amigos no eran de carne y hueso.
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